viernes, 19 de junio de 2009

Tres suspiros antes del adiós.


Y cuando llega la hora,

el suspiro marca unos cinco minutos,

no me quiero ir,

no quiero que te vayas,

quisiera permanecer en tus labios toda la vida

y en tus brazos toda una eternidad.


Los abrazos aprietan mi alma

que en otro suspiro,

respira para volver a besarte.


Y luego cuando me alejo o te alejas,

mi alma se llena de un vacio indescriptible

y con un último soplo te digo adiós,

para de nuevo suspirar

con mi mirada que ya no te allá.