¿Será que acaso estoy muerta? No sé, es que esos bichos de aguja no me muerden, no me secan y si se acercan se mueren y si no están me siento muerta.
Si no me baño, ellos llegan, pero si me baño, ni se ven pasar y su ausencia me hace mal, me es fatal.
¡Ha! Son estas manos inquietas que asesinan a su presencia, con el radar de esta escucha, que su aleteo alerta.
Quiero ser víctima masoquista de estos bichos, ser fuente de su vida, saciar su sed de sus papilas y menú de su paladar.
Me gustan lo acepto, pero bien lejos, son zancudos inquietos, pensamientos nómadas, que me hacen sentir muerta en la ausencia de su mordida.
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